viernes, junio 24, 2011

Les petits mouchoirs o pequeñas mentiras sin importancia


Tengo que poner otras cosas atrasadas, pero hasta que no descubre en qué caja metí la cámara de fotos, el cable de USB y demás artilugios varios, tendrán que esperar. Otro cine, esta vez francés. Un película coral que, a lo largo de muchos minutos nos retrata a un grupo de amigos burgueses, perdidos en las intrascendencias de la vida, las pequeñas mentiras, hasta que un drama les recoloca la escala de valores. En ese sentido, la película refleja bien nuestras sociedades actuales, en las que nos perdemos en las vanidades del ser y tener, pero descuidamos cosas importantes. También muestra cómo dentro de cada grupo de amigos, cada individuo acaba adoptando un papel que interpreta porque se siente cómodo, pero también porque el resto del grupo es lo que espera de él. Siempre hay un serio, un trascendente, un borde, un guarro, o un rebelde… aunque en el fondo, todos tenemos un poco/bastante de cada.

La peli está bien, pero es larguilla de más, con algún chiste facilón, entretenida, y un final demasiado cargado de drama y moralina… La B.S.O tiene buenos y malos momentos (muy comercial, muy americana para una peli francesa).

Lo peor, la versión española que, como suele suceder, hace que los franceses parezcan tontos, porque las formas de hablar no se pueden doblar, aunque sí los textos, y las pausas y expresiones francesas no siempre encajan en la fluidez “eclantante” del castellano. Tant pis. Puestos a cambiar, también le cambiaron el título (comprensible, teniendo en cuenta que el original es Les petits mouchoirs), y el cartel, algo no tan comprensible, me parece que el original es más interesante y muestra mejor lo que es la película. Ojalá venga el año que viene al ciclo de cine francés, pero poder ver la película completa.

sábado, junio 18, 2011

Un cuento chino

Ayer tocó una peli de humor (no diría yo risa), protagonizada por Ricardo Darín, que interpreta a un huraño ferretero argentino que acaba compartiendo casa accidentalmente con un chino. Del choque de culturas y los problemas de comunicación surgen los gags de la película. Una película divertida que, sin ser un peliculón, se hace agradable de ver, y que, en el trasfondo, deja un mensaje: que por muy ridículas e incomprensibles que sean las cosas que nos pasan en la vida, en el fondo, tienen un porqué. Por eso, hay que saber ver la vaca cuando la tenemos cerca y sacarle el lado positivo a todo. Porque la vida es indudablemente poliédrica, como diría Arturo Soria.