Al engrasar las bicis por la mañana, un enorme caracol nos despedía de Trigrad. A pocos kilómetros está la cueva de la garganta del diablo. Nos acercábamos por una bonita carretera con un arroyo paralelo que de repente, desapareció.
El arroyo pasa bajo la montaña, en la que ha excavado una caverna, hay una cascada subterránea y un sifón, donde un matrimonio de submarinistas se dejaron la vida hace unos años intentando descubrir dónde salía el sifón y parece que nadie se ha atrevido a intentarlo de nuevo.
La visita estuvo acompañada por los murciélagos, verdaderos reyes de la caverna.
El arroyo pasa bajo la montaña, en la que ha excavado una caverna, hay una cascada subterránea y un sifón, donde un matrimonio de submarinistas se dejaron la vida hace unos años intentando descubrir dónde salía el sifón y parece que nadie se ha atrevido a intentarlo de nuevo.
Tras la interesante visita a la cueva, bajada por la carretera para buscar un camino que ascendía, ascendía y ascendía, para luego subir y subir sin parar... En todo caso, la pendiente era tolerable y se subía bien a ritmo, hasta que encontramos una obra (parece que estaban metiendo una tubería bajo el camino que de repente se convirtió por unos metros en una trinchera digna de la primera gran guerra).
Más arriba, pasamos bajo un curioso arco de piedra abierto para pasar el camino...
Según subíamos el paisaje se hacía más montañoso, la vida se desplegaba en todo su esplendor, hasta el límite de que pudimos asistir a una orgía de saltamontes búlgaros.
Tras coronar, una bajada por un camino con muchas piedras cuya alternativa era un prado con alguna trampa, y llegada a Mugla a comer, eso sí, tras esperar a que se disolviera un atasco en el puente del pueblo.
Tras la comida, y dado que estábamos acabando, elegimos la opción de descender por una antigua carretera abandonada porque hace uno años se cayeron los puentes. Nuestro argentino se fue con el grupo duro para dejar alto el pabellón del 7º, y los cinco restantes nos adentramos en un curioso desfiladero, con la carretera convertida en un entretenidísimo single track, y un arroyo seco, parece ser que por una captación para una estación de esquí.
Y así acabaron los cinco días de bici por Bulgaria, una gozada, por la bici, la organización, y sobre todo la compañía, ¡somos bikers!. Muy recomendable: si quieres hacer mountain bike, BTT, bici de montaña o como lo quieras llamar por lugares interesantes, conocer otro país, y además, por poco dinero, Bulgaria es tu destino.