sábado, agosto 27, 2011

Bicis y Cascos

Recuerdo como el casco apareció en mi cabeza. Monto en bici, a temporadas, desde los 21 años más o menos que me hice con mi primera MTB gracias a las pelas de un chaval que era hijo de un pintor, o se apellidaba pintor ya no recuerdo, que estudiaba FP, y le habían suspendido la física, y al que un verano le dí clases particulares. Yo conseguí mi bici y el aprobó, así que todos contentos.

El casco llegó algo más tarde. En los años de la mili, cuando ya tenía la Grisley. Por entonces salía con un grupo que andaba bastante y bajaba fuerte. Recuerdo una ruta a Arroba, a la hoz del Guadiana, y recuerdo una bajada rápida. Mientras intentaba mantener la mirada en el camino (la Grisley no tenía horquilla con suspensión, así que las vibraciones llegaban en directo a la cabeza, y llegaba un momento en que era difícil fijar la mirada), justo en ese momento, decidí que tenía que hacerme con un casco.

Visita a Hobby moto (la tienda vieja). Casco azul, muy feo, marca acme, sin visera... Aspecto quizás ridículo, pero desde entonces siempre con casco. Hace poco fue a la basura.

Cuando retomé la bici, con Kla y un discípulo de James Taylor, éste, que tenía un casco de pelo y no usaba uno que le regaló un colombiano (cosas de la vida), acabó regalándome el casco Prowler amarillo con el que empecé a salir con el 7º poco después.

Como el Prowler no tenía visera, y los cascos quedan mejor con visera (podría decir que la visera es buena, que es mejor para el sol, pero hoy estoy de confesiones), me hice con un Bell rojo del Decathlon. Un buen casco que sigo usando, sobre todo en invierno.

El año pasado me compré un casco Scott blanco, muy chulo, muy abierto para el verano, con rejilla, de oferta en Karacol... Guapo, guapo, guapo. Con este casco hace unas semanas, montando en los Picos de Europa (podré fotos, prometido), después de más de 15 años de llevarlos, comprobé por fin la utilidad de los mismos. Un fallo mío (mal leído un obstáculo, mal frenado, mal visto) me sacó por los cuernos de la bici en plena bajada. Buen porrazo con aterrizaje de cabeza incluído, pero al final la cosa no fue demasiado mal, gracias al Scott (y a la pronta asistencia de mis compañeros de ruta). En las fotos puedes ver como quedó, y deducir facilmente lo que le ahorró a mi cabezón. Conclusión: Póntelo, Póntelo.


martes, agosto 23, 2011

Reciclado de Mojones en Leganés

Al día siguiente del concierto, según caminaba hacia el Cercanías, encontré este curioso mojón reciclado con los colores de Leganés y el imaginativo logo L G N S, que no sé por qué, me recuerda al BCN de Barcelona. Este mojón probablemente tiene que ver con alguna carretera, quizás comarcal que, en su día, uniera los municipios del Sur de Madrid. De esas carreteras poco rastro queda, ya que el crecimiento de los núcleos de población y la construcción de variantes ha terminado por urbanizarlas.

Debería abrir una sección en este blog para el reciclado de mojones, tengo unas cuantas fotos. Generalmente lo hacen particulares que los "roban" para marcar entradas a fincas. Lo raro es que el reciclado sea obra de los municipios. No sé si me gusta, pero al menos da para echar un fotillo.

domingo, agosto 21, 2011

Saxon + Motorhead + Judas Priest

Fin de Julio, plan alternativo a la Pandorga: megaconcierto de despedida de Judas Priest, gira Epitaph, escoltados por Motorhead y Saxon en compañía de los viejos rockeros. Llegamos a la cubierta de Leganes tras tomarnos un par de cervezas cuando los Saxon acababan de empezar su actuación. Nos medio acomodamos en la arena, para disfrutar de algunos de los clásicos de esta banda mítica: Motorcycle Man, And the Bands Played On, Crusader, Princess of the Night, Denim and Leather, y por supuesto, Wheels of Steel.

Aunque todavía era de día, me gustaron mucho. Quizás lo mejor de la noche. Eso si, el ambiente todavía estaba tranquilo. Los miles de "jevis" trasnochados se dedicaban a llenar su cuerpo de cerveza y humo, para así "disfrutar" mejor del resto del concierto (cada loco con su tema).

Tras los Saxon, tocaban los Motorhead. Como a ninguno nos apasionan, decidimos subir a la grada para sentarnos un poco y recuperar fuerzas. Desde allí arriba pudimos comprobar como la Cubierta esta claramente sobrepasada de aforo. La codicia de los organizadores y la falta de control de las administraciones hizo que metieran a más gente de la que allí cabía. Como se puede ver, ni rastro de las escaleras, todo atestado de gente. De hecho, tuvieron que abrir más graderío, aunque desde el borde, se viera el concierto desde atrás.

Allí arriba vimos una imagen curiosa. Los asistentes al concierto se aglomeraban a la espera de los suministradores de cerveza, que daban viajes sin parar vaciando sus mochilas/barril. Allí vimos como un impaciente agredió a uno de los hombres barril, y la seguridad, unos osos de negro de tamaño armario ropero, lo sacaron a hostias (perdón por la palabra, pero fue lo que le dieron). Si los macarras (miles) daban miedo, la seguridad no te digo.

Allí vimos gente variopinta: jevis de 50 tacos, calvos con greñas, mellados, tirándose por el suelo como críos; otros con portadas completas de los maiden tatuadas en la espalda (que evidentemente se ahorraban la camiseta), y gente más pacífica que atónita asistía al mogollón. Cuando los Motorhead estaban acabando su monótono setlist (nunca me ha gustado ese heavypunk que hacen), nos fuimos para abajo para intentar encontrar posiciones en las cercanías del escenario.

Allí nos metimos para escuchar las últimas canciones de Motorhead, sus "éxitos" como Ace of Spades o Overkill (a mi todas me suenan igual). La peña pegaba empujones sin parar, aquello era una locura.

Afortunadamente, llegó la calma, y nos situamos bien para ver a los Judas Priest, en su gira Epitaph, como anunciaba un telón que ocultaba el escenario.

Los Judas arrancaron con temas de todo tipo, unos antiguos, otros modernos. En mi opinión, la batería, demasiado contundente, se comía el resto de los instrumentos, con los que sonaba duro, duro, duro, pero no muy bien.

En todo caso, en tercera fila, y tras asistir a varios conatos de pelea y sufrir empujones de todo tipo, decidimos ir más atrás, a ver si la peña estaba más tranquila y si la calidad de sonido mejoraba. No conseguimos mucho de ninguna de las dos cosas: a mi lado, un personaje, se metía cerveza tras cerveza y peta tras peta hasta llegar a un nivel de atontamiento singular. Dudo que sea capaz de recordar ni una sola canción del concierto. Debo estar haciéndome viejo.

Un poco más tranquilos, disfrutamos de cosas como Diamonds & Rust, que resulta que es de Joan Baez, y los temas más famosos de los Judas: Turbo Lover, The Sentinel, The Green Manalishi o Breaking the law, que desató de nuevo la euforia de los que van a los conciertos a pegar empujones.

En los bises, joyitas como Electric Eye (con the Hellion pregrabado), o Hell Bent for Leather, You've Got Another Thing Comin' o Living After Midnight con el que acabó un amplio repaso a la extensa discografía del grupo. Yo solo eché de menos algo del Defenders of the Faith, pero bueno, otra vez será (me temo que no).

Agotados, sudados, rebozados en cerveza, salimos de allí y asistimos al último momento surrealista de la noche: la fauna que salía del concierto se mezcló con los jóvenes inmigrantes sudamericanos que, arreglados en plan sábado noche, se dirigían a las discotecas a ellos destinados que se alojan bajo la grada de plaza. Un mezcla impactante para rematar una tarde memorable.

sábado, agosto 20, 2011

Rutas de la Encebra: Picón - Piedrabuena (y vuelta)

Saliendo desde Picón, desde la casa rural la Encebra, nos lanzamos a una bella ruta por la comarca de los montes. Subimos por el viejo camino que unía Picón con Piedrabuena, con una fuerte pendiente que nos llevó hasta el collado definido entre el Morro del Puerto y el Cerro del Grajo. Desde el collado se divisa nuestro objetivo, el castillo de Piedrabuena (a la derecha del silo).

La bajada es pedregosa y técnica, pero muy bonita, útil para amortizar las bicis dobles.

Sin más novedad se llega a Piedrabuena, donde hicimos ciclistas a los mayeros del monumento que han colocado junto a la iglesia. No les va mal la bici.

Salimos del pueblo por el Camino de la Reguerilla, desde el que ya se divisa imponente el cerro del castillo.

Pendientes duras conducen hasta el castillo. Gracias a que el camino ha sido recientemente arreglado, se puede subir comodamente, eso si, dándole al molinillo. El castillo es interesante, aunque esté en ruinas. Desde lo alto se divisa Piedrabuena.

Bajamos y nos dirigimos hacia la Tabla de la Yedra, pero antes de llegar al Bullaque, nos damos una vuelta por las estructuras abandonadas de lo que iba a ser un hotel, y se quedó en monumento al impacto ambiental. Lo cierto es que estos monstruos llevan muchos años ahí, y no parece que a nadie le molesten.

Bajamos a la tabla de la Yedra, donde nos refresca la sombra, se puede avituallar agua, y nos vamos a la pasarela flotante sobre el Bullaque que a los ecologistas no les ha gustado mucho, pero que nos permitió disfrutar de la tabla.

Desde allí, vuelta por la carretera de los chalets de los médicos, luego a Piedrabuena otra vez, y nos volvemos hacia Picón, esta vez por el Camino de Valdepuercas. A la izquierda dejamos uno de los muchos volcanes de la zona, el Morro de la Arzollosa.

Por la Encebra, zona marcada por las arcillas volcánicas (abstenerse de este tramo en épocas húmedas si no queréis convertir las ruedas en magníficos donuts de chocolate), llegamos hasta la cañada Real Segoviana.

Tenemos dos opciones para bajar, la cañada real (más técnica) o el camino de la Fuente agria (mucho más rápida). Llegada a Picón con el tiempo justo para asearse, y disfrutar de un arroz en buena compañía. Habrá que explorar más rutas desde la Encebra, esta zona merece la pena para hacer Mountain Bike.

Más info y track: aquí.