Fin de Julio, plan alternativo a la Pandorga: megaconcierto de despedida de Judas Priest, gira Epitaph, escoltados por Motorhead y Saxon en compañía de los viejos rockeros. Llegamos a la cubierta de Leganes tras tomarnos un par de cervezas cuando los Saxon acababan de empezar su actuación. Nos medio acomodamos en la arena, para disfrutar de algunos de los clásicos de esta banda mítica: Motorcycle Man, And the Bands Played On, Crusader, Princess of the Night, Denim and Leather, y por supuesto, Wheels of Steel.
Aunque todavía era de día, me gustaron mucho. Quizás lo mejor de la noche. Eso si, el ambiente todavía estaba tranquilo. Los miles de "jevis" trasnochados se dedicaban a llenar su cuerpo de cerveza y humo, para así "disfrutar" mejor del resto del concierto (cada loco con su tema).
Tras los Saxon, tocaban los Motorhead. Como a ninguno nos apasionan, decidimos subir a la grada para sentarnos un poco y recuperar fuerzas. Desde allí arriba pudimos comprobar como la Cubierta esta claramente sobrepasada de aforo. La codicia de los organizadores y la falta de control de las administraciones hizo que metieran a más gente de la que allí cabía. Como se puede ver, ni rastro de las escaleras, todo atestado de gente. De hecho, tuvieron que abrir más graderío, aunque desde el borde, se viera el concierto desde atrás.
Allí arriba vimos una imagen curiosa. Los asistentes al concierto se aglomeraban a la espera de los suministradores de cerveza, que daban viajes sin parar vaciando sus mochilas/barril. Allí vimos como un impaciente agredió a uno de los hombres barril, y la seguridad, unos osos de negro de tamaño armario ropero, lo sacaron a hostias (perdón por la palabra, pero fue lo que le dieron). Si los macarras (miles) daban miedo, la seguridad no te digo.
Allí vimos gente variopinta: jevis de 50 tacos, calvos con greñas, mellados, tirándose por el suelo como críos; otros con portadas completas de los maiden tatuadas en la espalda (que evidentemente se ahorraban la camiseta), y gente más pacífica que atónita asistía al mogollón. Cuando los Motorhead estaban acabando su monótono setlist (nunca me ha gustado ese heavypunk que hacen), nos fuimos para abajo para intentar encontrar posiciones en las cercanías del escenario.
Allí nos metimos para escuchar las últimas canciones de Motorhead, sus "éxitos" como Ace of Spades o Overkill (a mi todas me suenan igual). La peña pegaba empujones sin parar, aquello era una locura.
Afortunadamente, llegó la calma, y nos situamos bien para ver a los Judas Priest, en su gira Epitaph, como anunciaba un telón que ocultaba el escenario.
Los Judas arrancaron con temas de todo tipo, unos antiguos, otros modernos. En mi opinión, la batería, demasiado contundente, se comía el resto de los instrumentos, con los que sonaba duro, duro, duro, pero no muy bien.
En todo caso, en tercera fila, y tras asistir a varios conatos de pelea y sufrir empujones de todo tipo, decidimos ir más atrás, a ver si la peña estaba más tranquila y si la calidad de sonido mejoraba. No conseguimos mucho de ninguna de las dos cosas: a mi lado, un personaje, se metía cerveza tras cerveza y peta tras peta hasta llegar a un nivel de atontamiento singular. Dudo que sea capaz de recordar ni una sola canción del concierto. Debo estar haciéndome viejo.
Un poco más tranquilos, disfrutamos de cosas como Diamonds & Rust, que resulta que es de Joan Baez, y los temas más famosos de los Judas: Turbo Lover, The Sentinel, The Green Manalishi o Breaking the law, que desató de nuevo la euforia de los que van a los conciertos a pegar empujones.
En los bises, joyitas como Electric Eye (con the Hellion pregrabado), o Hell Bent for Leather, You've Got Another Thing Comin' o Living After Midnight con el que acabó un amplio repaso a la extensa discografía del grupo. Yo solo eché de menos algo del Defenders of the Faith, pero bueno, otra vez será (me temo que no).
Agotados, sudados, rebozados en cerveza, salimos de allí y asistimos al último momento surrealista de la noche: la fauna que salía del concierto se mezcló con los jóvenes inmigrantes sudamericanos que, arreglados en plan sábado noche, se dirigían a las discotecas a ellos destinados que se alojan bajo la grada de plaza. Un mezcla impactante para rematar una tarde memorable.
1 comentario:
The Sentinel es del Defenders...
Desde detrás de la mesa de mezclas, justo encima de la salida, el sonido era bastante decente.
Mötorhead debieron de salir los primeros...
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