Aprovechando que una amiga y compañera del séptimo corría la media Maratón de la muy heroica Ciudad de Valdepeñas, hicimos una escapada fuera del calendario oficial. La idea era hacer una ruta corta para tener tiempo de ver a los atletas llegar a la meta mientras que las no ciclistas (ellas se lo pierden) se dedicaban al arte del senderismo (que es mucho más cansado y coñazo que ir en bici, qué gran invento es la rueda, pero el tour da mala imagen al ciclismo, parece que todo es desfondarse y “afoxiarse” subiendo cuestas).
Salimos de Valdepeñas en dirección a los Baños del Peral, bonito paraje a unos 7 km de Valdepeñas donde pretenden recuperar un balneario. El ayuntamiento tiene el carril bici a medio hacer, pero no lo usamos porque no lo vimos. Vayas donde vayas, hay más cosas que en Ciudad Real (menos mal que la gente de la capital no sale, que si no, vaya chasco).
Seguimos por un camino hacia San Carlos del Valle. En un cruce había que elegir entre dos caminos, y como no lo hicimos bien tuvimos que acabar saltando una valla. Como las cosas sigan así, va a haber que llevar una cizalla en la bici para abrir caminos públicos y privados (o municipales), que afición más rara eso de ponerle puertas al campo.
Llegamos a San Carlos del valle donde disfrutamos de la espectacular plaza, aunque las fotos están jodidas por un cartel de la consejería de bienestar social que se dedica a joder el turismo castellano manchego: se ve que más importante que los 250 años de historia del lugar. Es lo que tiene el ego político, carteles para todo, aunque jodan el paisaje, el patrimonio, las vistas... deberían mirárselo.
Desde allí volvimos siguiendo en parte la ruta del Quijote, por el sur de la sierra de los aerogeneradores. Mucho más feo y simple que la ida. Sin mucha novedad, más allá de un problemilla de frenos en la bici de Kla llegamos a Valdepeñas justo cuando nuestra amiga semimaratoniana enfilaba la bajada hacia la meta en la Avenida del vino. 

El set list del concierto (al final) incluía alguno de los temas más sinfónicos de Marillion, con más música. Un guiño fue un trocito de Ocean Cloud, que no tocaron entera porque se hubiera ido medio concierto. Out of this World estuvo impresionante, con el video del desastre que le costó la vida a Donald Campbell cuando intentaba ir más rápido que nadie sobre el agua… espeluznante (Only love will turn you around…).
Una premonición, o una señal, no sé, pero cuando Steve Rothery cogió su guitarra de doble mástil (señal casi inequívoca de que iban a tocar Beautiful), el sonido falló y nos quedamos sin esa canción (en el fondo un alivo, porque en un día como ese solo tocaba buen rollo, y esa canción tiene algo de melancólica para mi). Me dio la sensación de que el fallo técnico de la guitarra, les llevó a modificar el set list, y tocar tree minutes boy, que en los set lists de los conciertos que se pueden ver en la web está más hacia el final. Aquí, Hogarth hizo algo similar a sus shows H Natural, con solo piano al principio, con la gente participando y cantando. Bonito.
Temas como Mad y The Great Escape de Brave pusieron a la gente a tope. El final del bloque principal fue para, nada más y nada menos, The Invisible Man. 13 minutos de pura música, una obra de arte que va y viene, que sube y baja, con algunos momentos verdaderamente intensos.
Un primer bis breve pero intenso con Neverland y otro bis final con Hapiness is the Road, que quedó muy bien, con la gente al final cantando hasta que toda la banda desapareció. La felicidad no está al final del camino, la felicidad es el camino. Ayer (escribo esto en el AVE de vuelta), de nuevo, los Marillion me hicieron un poquito más feliz. Ahora, a esperar a la próxima...



La Sagrada Familia avanza, avanza, lento pero seguro, algún día la terminarán. La espiral de las escaleras de bajada del último tramo la mar de sugerentes…
A la salida, vimos como unos niños rumanos se dedicaban a robar a la gente con el truco de hacer una encuesta o pedirte que firmes en un papel. No sé que hacen en la calle, pero a los padres habría que quitarles la custodia directamente. Ojo si vas a Barcelona (como Madrid) hay mucho carterista y descuidero suelto.
Aprovechando el paseo, pescamos un bonito Dyane 6 de telefónica para la friki colección de 2Cv y familiares. En la plaza nova estaban los coches de la salida del rally de Montecarlo para clásicos: viejos juguetes, hoy capricho de unos pocos.
El segundo día visitamos el palacio Guell, y el barrio Gracia, que es un barrio que me encanta, aunque no paró de llover en todo el día, con lo que vimos más los bares que la ciudad, y comimos en Sirio que ya conocía de hace un año. En Gracia hay un tufillo alternativo que mola, y hace que aparezcan cositas como una tapa de un registro de la luz pintada por algún chiflado.
La tarde la dedicamos a pasear de charco en charco del Paseo de Gracia (valga la redundancia) y a las compras.
La noche fue el concierto de Marillion, pero eso es historia para otro post.
Esta vez Barcelona, pese a la lluvia, me supo a. Habrá que volver con mejor tiempo. La única pega fue no poder ver a los colegas bikers, pero con un poco de suerte, en primavera igual le pegamos la pedal por allí con ellos. Ojalá.

