lunes, diciembre 16, 2019

Marillion en Padua

A veces hay que hacer las cosas sin pensarlas mucho. Así, nos fuimos en viaje relámpago aprovechando los indecentes precios del transporte aéreo: no tiene sentido que ir y volver a Venecia desde Madrid solo cueste el triple que ir de Ciudad Real a Madrid. Pero bueno, como el planeta se va a la mierda igual, al menos que nos pille bailando...

El concierto era en el Gran Teatro Geox de Padua, un interesante local prefabricado situado junto a una autopista prácticamente innaccesible a pie... el tema de la walkability que dicen los ingleses en las periferias es cada vez más dramático. Lleno hasta la bandera, unas 4000 peronas, de todas partes del mundo, allí reunidos fieles de todo pelaje para ver a los Marillion, esta vez acompañados de unos amigos de la orquesta.

El show comenzó con un impactante Gaza. Canción compleja donde las haya, capaz de trasnmitir la agonía de aquellos que viven encerrados en la franja. Después Seasons End, tan de moda ahora con el cambio climático, para dejar paso a Estonia que dedicaron a Ana, supongo que la cantante de Roxette, receintemente fallecida. Estonia es un optimista himno a la pérdida de seres queridos que cala hasta las venas y los huesos como el agua gélida del Báltico.

Dedicada a Boris Johnson, The hollow man, esa joyita del final de Brave. No están muy contentos estos jóvenes con el Brexit y la forma de votar de sus compatriotas. Después vino The new Kings de FEAR, esa canción poliédrica sobre el mundo de los negocios, muy bien encajada con los amigos de la orquesta.

Respondiendo a una petición del público, H se cantó a capella un trocito de don't hurt yourself, para luego dar paso a The sky above the rain.  Luego nos tocaron the great Escape, un clásico fundamental de Marillion, dramática como todo el albúm Brave.

El primer bis fue para Fantastic Place, tan correcta, y una animada Separated out con un trocito del Kashemir de los Zépelin a cargo del cuarteto de cuerda que quedó muy bonito. Cerraron con This Strange Engine, un valor seguro de la discografía de esta buena gente, para cerrar un par de horitas cortas que se hicieron aún más cortas.

Luego, con una camiseta y un cd más para la colección, nos volvimos andando por el bosque, cruzando carreteras a lo loco, para acabar tomándonos una cervecita artesana para celebrar que estamos vivos, y en ese momento, un poquito más que de costumbre.

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