
Maté el tiempo con un café, un periódico, unas fotos y algo de cotilleo de la conversación de un trío de jubilados sentados en un banco junto al mío. Nada trascendente, solo una charla que podría inspirar no pocos gags de José Mota. De las fotos poca cosa, subo una, para que aquí quede, de la Plaza, con todo su grandeza, con toda su falsedad.
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