Hace casi un mes (se me amontona el trabajo), el 7º Piñón, guiado por su infalible Sherpa, se lanzó a la invasión de Madrid, a demostrarle a los madrileños que se pueden hacer 70 km por la capital de España sin atropellar a ningún coche.
Iniciamos nuestra ruta en la ermita del Santo, para dirigirnos por el río hacia la Casa de Campo, por la que anduvimos arriba y abajo, llamando la atención de muchos de los ciclistas que nos confundían con rutas organizadas por alguna de las famosas tiendas de Madrid, a las que no hago referencia para no hacer publicidad.
De allí seguimos el Manzanares hasta cruzar el puente de Fernando VI y volver por el puente de los franceses hasta el Paseo de la Florida, y de nuevo al río, que por entonces estaba bastante más poblado de gente, pero que pudimos atravesar sin contratiempos.
En el parque del Manzanares, en un auditorio de madera, paramos para comer, cada uno lo suyo- A mí me salvó la compra fugaz en un mercadona de un compañero de ruta.
Luego nos subimos a los dos cerros de la zona creados sobre las antiguas escombreras de la ciudad, uno de ellos presidido por la escultura homenaje al dolor de cabeza (ver foto de portada).
Las vistas de todas las infraestrucutras de transporte de entrada en Madrid impresionante. Allí andaban unos erasmus con bicis de la Complutense, a los que les costó bastante más que a nosotros llegar a lo más alto del cerro.
Postrero acercamiento al Manzanares, y anillo verde hacia el norte, siguiendo casi sin parar hasta llegar a la altura del Pirulí, donde tomamos el carril bici de la Calle O'Donnel, que para sorpresa de muchos, nos dejó en una de las puertas del Retiro.
El Retiro lo atravesamos en grupo con cuidado, porque había mucha gente, pero demostramos que la convivencia peatón-ciclista solo es cuestión de voluntad y educación.
Salimos a Atocha, que bordeamos pasando por la parada de los taxis, y tras un corto tramo por una calle secundaria del ensanche sur de Madrid, tomamos de nuevo el carril bici del pasillo verde (no sé qué tiene de verde) ferroviario, que nos llevó de nuevo al río, y de allí al autobús, no sin antes para a ver un curioso puesto de recarga de coches eléctricos (de momento, solo marketing, el coche eléctrico no solucionará los atascos).
Y así acabo un día con mucha juerga y buen rollo que quedó para la posteridad gracias al vídeo de elaboración casera y alta calidad realizado con cámara de fotos Acme que podéis ver al final de este post. Un gran día, y una recomendable aventura.
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