Casi única salida de este verano raro, raro, raro, a la Sierra de Madrid (o de Segovia), a hacer bici de la buena. El sábado hicimos la gran ruta, La Granja San Ildefonso- Puerto de Cotos - Puerto de Navacerrada - Cercedilla - Puerto de la Fuenfría - La Granja de San Ildefonso. Según el GPs, Distancia total 68,755 Km, Desn. de subida acumulado 1791,97 m, Desn. de bajada acumulado 1751,67 m, Altura máxima 1854,04 m, Altura mínima 1127,76 m.
Salimos por una carretera antigua hoy una pista forestal restringida al tráfico de vehículos, pero reconocible como tal por los viejos hitos kilométricos y las obras de fábrica. 13 km de subida practicamente continua nos llevaron hasta el GR-10. En el cruce saludamos a otros ciclistas y senderistas que por allí andaban, reagrupamos y realizamos pequeñas reparaciones junto a enormes apilamientos de pinos.
Por el GR-10 subida continua de unos 5 km hacia el puerto de Cotos, el último kilómetro es duro, ya que hay que hacerlo por un sendero paralelo al camino (que no es ciclable por el agua), en el que hay muchas raíces que dificultan el paso (sobre todo si llevas 18 km subida continua).
El puerto de Cotos marca el límite provincial mediante dos extrañas piedras gemelas del siglo XVIII, según las inscripciones.
Desde cotos, 6 km casi llanos zigzagueando por la carretera, nos llevaron hasta el puerto de Navacerrada, donde reparamos un pinchazo. Desde Navacerrada tomamos una pista con tramos bastante rotos y técnicas absolutamente espectacular: por el entorno, la bajada, la velocidad, la técnica, la adrenalina... una gozada. Llegando a Cercedilla me desvié por un sendero, separándome del grupo. El single track fue otra gozada, con una bajada final chunga. Como iba solo, de arriesgar nada.
En Cercedilla nos juntamos de nuevo todos y nos zampamos un buen bocata. Antes de afrontar las cuestas del puerto de la Fuenfría por la carretera de la república, decidimos echar una siestecita reparadora en un prado, que nos ayudó a digerir la comida.
Los 12 km de subida de la Fuenfría se hicieron largos, cada cual a su ritmo, hasta para en el mirador de Vicente Alexaindre. Desgraciadamente mi cámara se quedó sin batería, con lo que no hay fotos.
Una vez coronada la Fuenfría, solo nos quedaba bajar y bajar unos 16 km, al principio por una pista pedregosa que más abajo pasó a estar asfaltada entre un bosque de pinos espectacular. En la bajada, la velocidad máxima del día, 67 km/h, los discos de los frenos a 1000 ºC.
Llegando a la Granja de nuevo, unas viejas señales metálicas, de esas de después de la Guerra.
Por la noche nos dimos un paseo por los jardines del Palacio de la Granja, que estaban abiertos por el módico precio de un euro, y donde además pudimos ver una de las muchas fuentes en funcionamiento. Espectacular.
El palacio tampoco está mal para ir de vacaciones. Las ventajas de los reyes coronados.
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