Más cine, más cine. Después de la fallida Ágora, una gran película, el secreto de sus ojos, un lujazo. Campanella - Darín, que ya nos emocionaron en el Hijo de la novia, vuelven con una película redonda: buena historia, bien rodada, buen ritmo, personajes creíbles... Igual que en el Hijo de la novia, un personaje entrañable aporta las pequeñas dosis de humor que hacen más llevadero el drama.
Una historia con muchas historias dentro. El amor de dos que no se atreven a quererse, el amor de uno que vive más allá de la muerte, el valor de amistad, de la profesionalidad, del trabajo bien hecho y sobre todo, la importancia de nuestras pasiones, de esas cosas que para otros son intrascendentes, pero que para nosotros son un razón para vivir. Pobres esos que no tienen ninguna.
Entiendo el disgusto del público en San Sebastián por no premiarla. Hay que verla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario