jueves, abril 25, 2013

Searching for sugar man

Algo se mueve en Ciudad Real. Por fin, parece que vamos a poder ver y oír cine. Alucinante, veinte años después de Le Parc, y tras algún tropezón madrileño por los Ideal y Alphavile, por fín parece que la V.O. ha vuelto para quedarse. El estreno de este modo pleno de ir al cine fue un documental fascinante. El documental es un género poco comercial, pero que respira sinceridad, frescura y pasión. Los actores no existen, los personajes son personas.

Searching for sugar man lo tiene todo. Una historia fascinante, un brindis a la vida, un guiño optimista a nuestra a veces gris existencia, una música que es todo un descubrimiento, el retrato de pasiones y personas apasionadas, y todo ello, dentro de una producción cinematográfica impecable. No cuento más para no reventarla, pero si se te pone a tiro, no la dejes escapar.

martes, abril 23, 2013

Ari Malikian y la orquesta del tejado

Casi por casualidad nos enteramos que el genial violinista Ari Malikian tocaba en Ciudad Real, con su nuevo espectáculo en el que se ha rodeado de jóvenes músicos (la orquesta del tejado). Un show divertido, en el que los monólogos del músico amenizan los tiempos entre tema y tema, que fueron repasando piezas de todas las épocas con el hilo conductor de un hipotético viaje de los zíngaros. Un gran lujo, una pena que, una vez más, muchos no se enteraran de lo que había en el Quijano. Tant pis.

Tocaron joyitas como esta:

miércoles, abril 03, 2013

Hasta en Ciudad Real

... uno puede dar de comer a la Cannon, con moscas...


... o lugares abandonados..

Las flores de la guerra


Impresionante producción sobre la guerra, los héroes, la crueldad y los sacrificios. Magistralmente ambientada, un pelín larga, pero en todo caso, un espectáculo maravilloso en sala grande, de cine con mayúsculas  Bellas prostitutas que se entremezclan con niñas de convento, en un tiempo en el que los malos muy malos, los japoneses, son crueles (quizás algo exageradamente) con todo lo que les rodea. Un buen rato de cine.

Barcelona, otra vez


Vuelta a Barcelona, por trabajo, por placer, porque siempre es un placer volver a esta ciudad donde los viajeros se encuentran a sí mismos, para perderlos definitivamente en algún rincón del barrio de Gracia, a la sombra de un árbol, o en una calçotada colectiva catalanista con cebollinos toledanos.


Por que sí, porque la globalización de los mercados puede con cualquier ansia nacionalista, ya que todos somos clientes que no ciudadanos de este mundo globalizado. Ellos también, a su pesar.


La Sagrada Familia sigue creciendo, a golpe de taquillazo de turistas, y procedimientos constructivos innovadores, y a pesar de los terroríficos (según algunos) túneles del AVE que por ahí abajo andan.


En un centro comercial me encontré con una curiosa miniexposición de coches fúnebres (pongo los de niños que son algo menos tétricos), que parece que se pueden visitar al completo en el cementerio de Montjuic (habrá que volver).


En Barcelona uno se encuentra de todo, incluso maratones multitudinarias, que no corrimos no por falta de entrenamiento, sino por falta de tiempo (creo que no se puede correr en 22 horas que es lo que nos llevaría).


En la maratón miles de historias, de promesas, de retos personales, de dedicatorias, de gestos anónimos llenos de valor, se respira la emoción, positivismo elevado al cubo... corred, corred malditos.


Bicicletas del bicing que esperan su final gracias a las estúpidas normas de la DGT sobre la obligatoriedad del casco en las ciudades... igual habría que hacer insumisión (por recordar este término olvidado desde que no hay mili).


Barcelona también es un buen lugar para buscar esos collages urbanos escondidos en las paredes palimpsésticas de la ciudad.


O incluso en el suelo, gracias a la desgraciada muerte de una botella de vino tinto.


Córdoba, afotografiando...


Escapada a Córdoba, a dar unos paseítos, a comer, unas cañitas y unas fotos, que tenemos el ojo fotográfico en cuarentena y lleno de orzuelos.


En la plaza de la Corredera nos tomamos unas cañitas al sol, y aprovechamos las gafas para tener gran angular.


En los alcázares una palomas se han hecho fuertes y las hordas cristianas no son capaces de echarlas del monumento nacional. El sol de la caída de la tarde invernal las puso al descubierto.


A la caída de la tarde, el sol alarga también las sombras de los paseantes por el puente romano que quedan ahí, a merced el ojo fotográfico y su orzuelo feroz.


Breve pero intensa escapada, que habrá que repetir, si se despiden de nosotros tan amablemente.

P.D.: Aprovechamos el viaje para seguir con nuestra serie de collages urbanos, o mensajes en la pared.




Los amantes pasajeros


Por aquello de que era Almodóvar, por aquello que de que salía el aeropuerto de Ciudad Real, por aquello de poder opinar, nos fuimos a ver esta autoparodia del manchego. La historia, una simple excusa para criticar a la sociedad española (no le falta razón), para demostrar que todos somos gais (menos yo), que todos somos unos pasados drogatas (menos yo), que todos somos unos corruptos (incluido yo). Bueno, y poco más, low cost cinematográfico, pocas ideas, poco presupuesto (todos en un avión lleno de bellas durmientes), y un par de escenas y casi ni un golpe. Lo único interesante es lo que sucede fuera del avión, que no es casi nada. Una pena que Almodovar renuncia a sus magistrales ambientaciones y las buenas músicas para ofrecernos esto. Supongo que tendría ganas de sentirse joven y alocado como hace 30 años, pero mucho ha llovido desde entonces, y lo que antes era creíble, ahora no deja de ser patético. Eso si, con todo, es hasta entretenida. Se salvan Cecila Roth y Areces, que tiene gracias hasta en esto, y el aeropuerto de Ciudad Real, que queda muy bonito (por no llorar).