martes, junio 29, 2010

DALE AIRE A TU BICI, DALE AIRE A TU CIUDAD


APEDAL Dice: Bajo el lema "DALE AIRE A TU BICI, DALE AIRE A TU CIUDAD" lanzamos por primera vez esta convocatoria con el ánimo de animar a los ciudadanos a que "aireen" su bicicleta. Sí, esa bicicleta que una vez se quedó pinchada en el garaje, en el balcón o colgada del techo. Ahora es la oportunidad.

Se trata de una convocatoria en la que estaremos en la Calle Prado, junto a los jardines de la Catedral, en una carpa donde habrá socios y amigos que amablemente ayudarán a arreglar ese pinchazo.También se ofrecerán para hacer esos ajustes y enseñar cómo proceder.

Estaremos de 11 de la mañana hasta las 14 horas. Es poco tiempo, así que espabila y pásate por allí para que puedas salir rodando con tu bicicleta y la próxima vez seas capaz de poner tu bici a punto.

Os enseñaremos a arreglar un pinchazo, os daremos consejos para evitarlos...

También os diremos cómo realizar esos pequeños ajustes que hacen que nuestra bici funcione mejor, frene mejor, cambie adecuadamente, etc...

Os esperamos y si puedes, difunde la convocatoria.

Pues eso hago... nos vemos en el Prado.

lunes, junio 28, 2010

AC/DC en Sevilla: ...y Peter Pan cogió su guitarra

Este fin de semana a Sevilla, a ver a AC/DC (gira Black Ice, penúltimo concierto), esto es un no parar. Me centro en el concierto, ya hablaré (o no) de Sevilla.

Estadio Olímpico (sin olimpiada), 60.000 o más, de todo tipo, mogollón, cervezas, colas. Llegamos en Autobús lanzadera (bien organizado, si señor), y accedimos sin demasiadas colas a nuestra elevada entrada (un poco lejos, pero más tranquis, es lo que había). En la entrada de pista la cosa debió ir peor, porque entró gente a saco hasta el último momento.

Vi a los AC/DC hace unos 15 años, en las Ventas, con el Capo Muñón, el día que se grabó el vídeo No Bull. Aquello fue bestial, por entonces yo curraba en Madrid, y nos vino a güevo. Ya entonces aluciné de la caña que metían esos abuelos, con lo que 15 años más tarde tenía mis dudas... pero me equivoqué.

El sábado asistimos a un ritual colectivo, una involución en grupo, un ataque de Síndrome de Peter Pan en masa, premeditado y alevoso. Solo así que explica lo que vivimos. Me explico: yo conocí a AC/DC con unos 13 años, con el Back in Black recién sacado. Un casette Tudor de 90 minutos con el Highway to hell en la otra cara, y a darle en el loro. A mí nunca me han gustado demasiado, me va la música más compleja, pero reconozco la personalidad, la caña, la fuerza...

En nuestros años de adolescencia, el Heavy tenía algo de rebeldía juvenil, ya comulgaras con las estética o no. Molaba la caña, lo duro, el ir en contra de la "música comercial", de la movida y los pijillos, e incluso que no esa música no le gustara a la mayoría de las chicas (así nos iba).

Ahora, casi 30 años después, esos heavies antisistema de perfil bajo son padres de familia, señores respetados, con sus buenos sueldos, su posición... solo así se explica que se puedan gastar sin pensarlo 72 € en la entrada, el viaje, el hotel, la camiseta negra que les (nos) hizo volver a la adolescencia en un pis pas, y hasta unos cuernos luminosos que no dudaron en enarbolar sobre su cabeza como si eso fuera "lo normal" para un adulto responsable de cuarentaytantos... (las lucecitas de la foto).

Y así fue como, en esas horas, todos fuimos Peter Pan, como volvimos a la adolescencia, como gritamos el I'm on a Highway to Hell, como vibramos con esos acordes simples, con los sonidos sostenidos a base de ecos distorsionados de la guitarra de Young. Y eso solo fue posible gracias a que los mismos AC/DC interpretaron a ese Peter Pan por el que no pasa el tiempo de manera impecable. Poco importa el sonido (al principio mejorable), que al cantante no se el entendiera (nunca se le ha entendido), que el guión fuera previsible (pocas sorpresas)...

Allí vibramos con los clásicos, los solos de Angus (impresionante su forma física, su técnica, bueno, prefiero a Satriani, pero no se mueve tanto ;-), los pasitos adelante y atrás del dúo rítmico (Malcom y el bajista, con un bajo sin pastillas superiores que no sirven para nada cuando de lo que se trata es de sonar pesado), la muñeca, la campana, los cañones.

Después de dos horas cronometradas de show, aquello se acabó, y poco a poco volvimos a la realidad (a algunos les llevó unas horas, otros, como el de la foto de arriba, jamás despertarán), le dijimos adiós al adolescente que tenemos dentro adormilado y nos reencontramos con nuestro presente, con nuestro ahora, con lo que somos, aunque eso sí, siempre nos quedará en fondo de la mente un, tan, tararán, tararán, tirirorirán...

domingo, junio 27, 2010

Copa Garris en Jerez

Con retraso, actualizo vivencias atrasadas, algunas más de un mes (se me acumula el trabajo, lo cual es un gran síntoma). Una de ellas mi cuarta Garris, que tras los excesos del Algarve (Portugal), Escocia y Las Landas (Francia), vivió una edición de crisis (solo en lo económico) en Jerez de la Frontera. Nos alojamos en una antigua casa en mitad de los viñedos de los que se saca la uva para el Xerry.

La casa era muy chula, con una pequeña piscina que, a petición de uno de los jugadores, fue transformada (más o menos) en olímpica ;-)

El primer día jugamos en Jerez, en el Xerry Golf. Como la organización de este año eligió el naranja, la verdad es que los hombres Garris no pasaban desapercibidos en el campo. Me refiero a la calidad del juego. Algún Marshall cachondo nos preguntó si veníamos a arreglar las calderas, no sé por qué.

El segundo día jugamos en el Arcos Garden, un campo precioso, muy molón y un poco pijete. El hoyo de la foto, verdaderamente espectacular. Este año tampoco gané, pero precisamente el año que llegué habiendo jugado menos, resultó que fue el que mejor se medió el tema (supongo que precisamente por ello). Con ello, me ahorré pagar la cena, siempre hay una primera vez.

Después del golf, como el año pasado, los Karts. Un error en la calificación me mandó para atrás, con lo que en la primera carrera anduve penando para remontar (y no lo logré). En la segunda pelée de lo lindo con un par de chavales que aparecieron por allí que la verdad sea dicha, andaban bastante bien. También lo pasamos que no nos dimos cuenta de los golpazos contra el asiento que nos llevamos, con lo que anduve unos cuantos días magullado, y creo que no fuí el único.

EE.UU. (VI): Reno, Nevada.

Después de visitar el lago de la pirámide llegamos a Reno a la caída de la tarde. Tras localizar un motel (americanada típica una vez más), nos fuimos a ver si cenábamos y a ver el centro de Reno, la otra ciudad de los casinos de Nevada, después de, por supuesto, Las Vegas. Según el eslogan, la más grande de las pequeñas ciudades del mundo.

Reno tiene un pequeñísimo Donwtown con los casinos, y una gran periferia alrededor. Sorprende un larguísimo corredor comercial puramente americano todo montado para el automóvil. En ese corredor (comercial strip), se sitúan también algunos de los casinos más grandes.

Tras cenar comida típica americana en un italiano, nos fuimos a ver el centro. Aparcamos en la calle, algo extraño en Reno, donde lo normal es aparcar en el casino, que también es un hotel y del que poco salen los visitantes en el tiempo que pasan por Reno. Por eso, casi no hay nadie por la calle, solo algún vagabundo que te pide medio dolar.

Los casinos están comunicados por el interior los unos con los otros, con lo que cuando llevas un rato en ese mundo artificial de luces centelleantes es difícil saber donde estás. Desgraciadamente, la batería de la cámara estaba agonizando, así que apenas logré un par de fotos.

Tras perder un dolar en las tragaperras, nos volvimos para el motel en Mercury, con sus lucecitas y huecos a la americana, como comentaba en el post anterior. Coches americanos.

martes, junio 22, 2010

EE.UU. (V): Pyramid lake scenic byway

Sigo con las crónicas del intenso viaje a EE.UU. Para hacer una excursión por el interior alquilamos un coche. Esperábamos un Hyundai, pero finalmente nos soltaron este Mercury Milan. A bote pronto me pareció un tanque demasiado yankee, pero la verdad es que al final me alegré, si uno viaja por EE.UU., lo tiene que hacer en un coche americano de verdad. Ni que decir tiene que por dentro, todo eran recovecos, lucecitas y gadgets extraños. Un buen rato me costó localizar el cruise control.

Salimos hacia el interior de California en dirección a Reno (Nevada), pasando por Sacramento y Davis. En la autopista, subiendo Sierra Nevada, paramos en un área de descanso. Increíble las instalaciones, los servicios, la limpieza... En España sería un estercolero grafiteado.

Pasamos Reno, al que volveríamos por la tarde, y nos dirigimos a lago de la Pirámide, un curioso lago enorme en mitad del desierto de Nevada. Su nombre viene de una isla con forma piramidal que tiene en el centro.

Otra de las curiosidades es la presencia de enormes pelícanos blancos en el lago.

O la roca de la palomita, bautizada así por motivos obvios. Aunque no hacía frío, el viento era bastante desagradable, lo que incluso formaba bastante oleaje en el río.

La carretera que da acceso al lago y lo bordea (la 447) es una Scenic Byway, algo parecido a una carretera paisajística, que en EE.UU. están catalogadas y suelen llevar a lugares y paisajes singulares, además de ser estéticamente valiosas en sí mismas.

La carretera en el desierto es verdaderamente fotogénica. Rectas inmensas plegadas al terreno, casi sin tráfico, marcadas a 65 mph, lo que tratándose de EE.UU. es mucho.

Los cruces eran simples, el desierto inmenso, las montañas, impresionantes.

Junto al lago hay una reserva de indios (no recuerdo de que tribu). Pequeño pueblo, con un museo etnográfico, con alguna gasolinera, todo atendido por nativos americanos.

Pese a estar en el desierto, a lo lejos, las montañas rocosas, tenían todavía mucha nieve, como comprobaríamos de cerca al día siguiente.

Poco tráfico, pero el que había, típico americano... La verdad es el que el desierto tiene su encanto.

domingo, junio 20, 2010

Praga: unas fotos

Aprovechado el puente, y gracias al impulso de la infatigable Kla, nos fuimos a ver la capital de la república (qué locos) checa. Mucho turismo de guía a toda velocidad, pero lo vimos casi todo (de lo turístico, por de la Praga de a pié, poco poco).

Cerca del hotel estaba el muro de John Lennon, un muro que repintan una y otra vez, los unos y los otros. En cualquier ciudad sería una pared más, aquí viene en las guías turísticas.

También cerca del hotel había un pequeño puente sobre el canal de un molino, cuya rueda giraba y giraba sin parar. En el puente, la moda de poner candaditos para sellar el amor eterno, que está científicamente demostrado que dura seis meses.

Un poco descoordinados con los horarios de visita, tuvimos que subir un par de veces al palacio/castillo/catedral que se encuentra al otro lado del río (el poder, que se alejó del pueblo para verlo desde arriba y tenerlo controlado).

En Praga hay muchas galerías comerciales. En una de ellas, esta curiosa estatua, el caballo invertido sacando la lengua con el jinete encima.

Uno de los pocos edificios modernos de Praga es este, obra de Frank Gery, el del Guggenheim, y el de la curiosa bodega de EL Ciego que tanto nos hizo reír. Este es no de los primeros edificios en los que se le fue la pinza. Por cierto, lo llaman Ginger y Fred, adivina el porqué.

En Praga hay un montón de edificios antiguos, pero los que más me llamaron la atención fueron los de primeros de siglo, como este.

Dentro de los edificios de la época destaca la estación central de ferrocarril, impresionante. Lástima que su adaptación a los tiempos actuales haciendo pasar una autopista por su puerta haya destrozado su fachada. Algún día, un concurso de ideas, versará sobre como recuperarla.

Otra de las cosas más interesantes que vimos fue el museo de Alfons Mucha, ilustrador famoso del art decó que además se hizo estas impresionantes vidrieras de la catedral.

El puente de Carlos, con sus estatuas negras, es uno de los símbolos de la ciudad, y probablemente uno de los puentes más famosos del mundo. Desgraciadamente, para disfrutarlo como en esta foto hay que madrugar, porque el resto del tiempo está plagado de turistas arriba y abajo, y de vendedores de jilipolleces varias que podrían venderse en cualquier otro lugar.

Al anochecer, desde el puente, se puede disfrutar de la puesta de sol detrás del palacio (el Cristo es una de las muchas estatuas del puente).

Junto al río hay una zona dedicada al arte moderno. Unos gigantescos bebes gateadores sin rostro dan el toque inquietante...

...mientras que el coche de macramé deja claro que desde que Duchamp hiciera una fuente con un urinario, todo vale en el arte.

Estuvimos viendo las sinagogas judías y el cementerio, curiosísimo, impresionante, todo un mogollón de lápidas. Sinagogas y lápidas, el único resto del barrio judío que fue remodelado en una interesante operación de reforma interior.

Cerca del cementerio una estatua de Kafka (la de Kundera no la vimos, no sé si existe, igual hay qu esperar a que se muera). Queríamos hacerle una foto, nosotros y otros muchos turistas, pero había tres jilipollas sentados bajo ella. Cuando abrieron la boca comprobamos que, como no, eran españoles.

miércoles, junio 09, 2010

Llegó la primavera con el campo desangrado

Unas fotos de primeros de mes, que con tanto viaje y zascandileo no he podido subir. En primavera, las flores aparecen en un orden estricto: los almendros, las amarillas que lo pueblan todo, las margaritas, hasta que, en mayo, aparecen las amapolas.

Amapolas de la Mancha, que aparecen allí donde no llegan los herbicidas. Y este año, con todo lo que ha llovido, de repente, encontramos el campo sangrando amapolas, miles, millones, todas iguales, todas distintas, como nosotros...

Las fotos, no hacen justicia a lo que vimos. Varias veces nos paramos para comprobar que aquello no era un espejísmo. Las amapolas ya están ennegreciendo, y ceden paso al morado de los cardos y sus pinchitos que empiezan a alegrarnos las rutas.

domingo, junio 06, 2010

EE.UU. (IV): Algunos edificios de San Francisco

Un repasito a algunos de los miles de edificios interesantes de San Francisco. No me refiero a los edificios de firma, cuyo interés suele ser efímero. Me refiero a esos que cuentan algo, que son testigo de un tiempo, de una forma de hacer ciudades, de situaciones varias... Arriba un contraste, la pirámide de oficinas del edificio Transamérica achicado por una joyita en la calle, a escala humana, con un negocio abajo y unos vecinos arriba, ahí es nada. Parece que lo ha comprado Francis Ford Coppola, y abajo venden vinos del director de Corazonada (jamás olvidaré a Natasha Kinski...).

A veces los edificios son grandes, pero el tiempo, o mejor, los tiempos cambian, los dejan pequeños. Por eso hay que recrecerlos, ampliarlos, hacia atrás o hacia arriba. Curioso, ¿verdad? Mucho más interesante y valioso que la solución española: demoler y construir.

A veces uno encuentra edificios parecidos al Flatiron de N.Y., aunque más pequeños, con más ángulo. Si está en EE.UU. lo preside la bandera nacional, si es en España no se sabe.

En San Francisco molan los edificios como este hotel, sobre todo por las escaleras de incendios, y el mega cornisón.
Como las calles tienen pendientes salvajes (ya haré, o no, un capítulo para las calles), la altura de los edificios varía salvajemente. A un lado un cochera, al otro, un casi nada. La escalera en medio, a distinto nivel que las crujías laterales. Mira, mira, mira.

A veces los edificios son pequeños y otros más grandes los arropan, les dan cobijo, los abrazan... O a lo mejor al pequeño le cortaron los pies y bajó un par de plantas.

Pero en San Francisco también hay edificios en el lado oscuro de la fuerza, como este horrible e inmenso edificio de aparcamientos. Algo falla en las ciudades cuando lo más rentable que sabemos hacer con un suelo es utilizarlo para almacenar cacharros.