El fin de semana pasado, como procede en estos tiempos otoñales, nos dimos una vuelta por las salas de cine para ver Ágora (no la oímos, porque la vimos doblada, cosas que pasan...) Amenabar, en plan superproducción, moralizando contra el integrismo religioso y el amor al conocimiento de los científicos (entonces llamados filósofos). Una frase para el recuerdo cuando la filosofa le dice al obispo: “tú no puedes dudar de lo que crees, para mi, es una obligación”. Cosas de religión y Fé.
La peli es entretenida, tiene algún momento, pero no engancha, los personajes no resultan del todo convincentes, pero claro, ¿quién es capaz de ponerse en la cabeza de un ciudadano de Alejandría en el siglo IV? Ahora que lo pienso, me da que hay muchos que andan más cerca del siglo IV que del XXI.
Por cierto, es curioso como Amenabar tiene que dar alguna lección básica de geometría (las cónicas, la elipse: ese lugar geométrico de los puntos cuya suma de distancias a dos puntos fijos llamados polos es constante) para que el público de a pié del siglo XXI entienda algún principio básico de la geometría euclídea de hace más de 2000 años. Y luego que nuestro sistema educativo no funciona... te cagas.
2 comentarios:
Tostón de peli...
Tenía todos los ingredientes: un tema jugoso e interesante, un entorno histórico apetecible, una filosofa que ya la hubiera querido yo como profesora en mis tiempos de estudiante, un director que hasta ahora (agora en galego)me había sorprendido gratamente en todas sus películas y, presupuesto para lucirse...
Pues con todo y con eso me ha parecido un quiero y no puedo, dos horas y pico de querer tocar muchos palos y no profundizar en ninguno. En definitiva, una pelicula light.
Un fenómeno curioso que se repite con frecuencia: directores que se las apañan muy bien con presupuestos ajustados y que cuando cuentan con pasta, la cagan.
Eso sí, en cuanto al marketing, chapeau.
Ave, Caius.
Ya sabes, el que mucho abarca, poco aprieta...
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