jueves, enero 08, 2015

La isla mínima


Un espectacular inicio de fotografías cenitales, casi ortofotografías, muestra una marisma del Guadalquivir indómita para situar al espectador en lugar de manera inmediata. Un Chrysler 180, un Land Rover y un Dyane 6, además de unas patillas y algún bigotillo lo sitúan en el tiempo. A partir de ahí, un interesante thriller, con alguna fisurilla imperceptible, muy bien interpretado y dirigido.

 Llama la atención la ambientación, el vestuario, el acertado retrato de personajes y lugares, y después descubres que los realizadores se han basado, o han utilizado, las fotografías de Atin Aya, fotógrafo del pueblo de la época, de la transición. Y resulta que dices, pero si yo tengo ese libro, que alguien, un día te regalo el libro de la obra de este fotógrafo, y entonces lo recuperas de la estantería y resulta que ahí está, esperando, la película que acabas de ver.

Interesante viaje al pasado, en la peli, y en la estantería. Si puedes, vete a verla.

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