Aprovechando que una amiga y compañera del séptimo corría la media Maratón de la muy heroica Ciudad de Valdepeñas, hicimos una escapada fuera del calendario oficial. La idea era hacer una ruta corta para tener tiempo de ver a los atletas llegar a la meta mientras que las no ciclistas (ellas se lo pierden) se dedicaban al arte del senderismo (que es mucho más cansado y coñazo que ir en bici, qué gran invento es la rueda, pero el tour da mala imagen al ciclismo, parece que todo es desfondarse y “afoxiarse” subiendo cuestas).
Salimos de Valdepeñas en dirección a los Baños del Peral, bonito paraje a unos 7 km de Valdepeñas donde pretenden recuperar un balneario. El ayuntamiento tiene el carril bici a medio hacer, pero no lo usamos porque no lo vimos. Vayas donde vayas, hay más cosas que en Ciudad Real (menos mal que la gente de la capital no sale, que si no, vaya chasco).
Desde allí, había estudiado una interesante ruta por la cuerda de una sierra llena de aerogeneradores, aprovechando las pistas de acceso a éstos, pero como suele pasar el camino estaba con cadena y carteles amenazadores, con lo que decidimos ser prudentes y no aventurarnos a que nos pusieran colorados. Una lástima que en Valdepeñas no sean conscientes del potencial turístico de una paseo como ese, más interesante que el paso por la ruta del Quijote.
Seguimos por un camino hacia San Carlos del Valle. En un cruce había que elegir entre dos caminos, y como no lo hicimos bien tuvimos que acabar saltando una valla. Como las cosas sigan así, va a haber que llevar una cizalla en la bici para abrir caminos públicos y privados (o municipales), que afición más rara eso de ponerle puertas al campo.
Llegamos a San Carlos del valle donde disfrutamos de la espectacular plaza, aunque las fotos están jodidas por un cartel de la consejería de bienestar social que se dedica a joder el turismo castellano manchego: se ve que más importante que los 250 años de historia del lugar. Es lo que tiene el ego político, carteles para todo, aunque jodan el paisaje, el patrimonio, las vistas... deberían mirárselo.
Desde allí volvimos siguiendo en parte la ruta del Quijote, por el sur de la sierra de los aerogeneradores. Mucho más feo y simple que la ida. Sin mucha novedad, más allá de un problemilla de frenos en la bici de Kla llegamos a Valdepeñas justo cuando nuestra amiga semimaratoniana enfilaba la bajada hacia la meta en la Avenida del vino. Seguimos por un camino hacia San Carlos del Valle. En un cruce había que elegir entre dos caminos, y como no lo hicimos bien tuvimos que acabar saltando una valla. Como las cosas sigan así, va a haber que llevar una cizalla en la bici para abrir caminos públicos y privados (o municipales), que afición más rara eso de ponerle puertas al campo.
Llegamos a San Carlos del valle donde disfrutamos de la espectacular plaza, aunque las fotos están jodidas por un cartel de la consejería de bienestar social que se dedica a joder el turismo castellano manchego: se ve que más importante que los 250 años de historia del lugar. Es lo que tiene el ego político, carteles para todo, aunque jodan el paisaje, el patrimonio, las vistas... deberían mirárselo.
Corría junto a un tipo con Globo que iba ha hacer 1:40. La animamos y acompañamos un poco, pero buscamos un atajo por otras calles para no incordiar mucho a los corredores. Poco antes de la meta la reencontramos y le dimos los últimos ánimos. La ruta sencillita, al final salieron unos 40 km, pero al menos salimos de la rutina dominical de rutas en los alrededores de Ciudad Real.
En meta cañas (repartían cerveza gratis para los deportistas la gente de Cruzcampo), ducha, y risas. Después nos fuimos a comer con las amigas que habían aprovechado para pasear a los Baños del Peral y un cafetito agradable en la plaza azul. Buen día, buena rutina, para repetir e incluso mejorar, todo se puede mejorar...
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