domingo, octubre 22, 2006
Fin de semana de campo
Aunque las lluvias de la semana pasada parecían presagiar un fin de semana de mesa camilla (no tengo) y brasero (tampoco tengo), al final hemos podido disfrutar del campo en partida doble.
El sábado nos fuimos a comer unas migas a la finca de un colega (ver post de este verano). Las migas, aunque un poco pesadas, nos salieron (yo de migas ni idea) bastante bien, y nos comimos una buena ración, aunque como preparamos para un ejercito y solo estábamos siete, sobró bastante, para alegría de Hércules. Un paseito, unas fotillos, los terneros, las ovejas, etc... el agradable programa habitual.
El domingo de nuevo con los amigos del séptimo piñón. Esta vez a Picón y el Vicairo. El plano aproximadísimo, porque la cartografía de base es antigua (gentileza de la cartoteca del IGN que ha digitalizado los topográficos a escala 1/50.000 y se pueden bajar ¡GRATIS!), no incluye la reparcelación del área regable del Vicario, y además no me acuerdo del todo de por donde hemos ido (me voy ha tener que hacer con un GPS para saber por donde vamos, je, je...).
Como el campo estaba bastante mojado (a ratos ha llovido ligeramente), me he divertido mucho, aunque también el barro ha hecho más dura la ruta (42 km parece que hemos hecho). Hoy había un par de subidas, una por la Cañada Real, la otra al cerro de Picón (gracias a Dios no hemos subido hasta lo alto), y por último, de remate, al depósito del Vicario por un pedregal donde de nuevo he echado en falta algo más grande que el 32 (creo) de mi vieja Grisley. También otras piernas me vendrían bien, pero me conformo con las que tengo.
En la zona de Picón había mucho cazador, por lo que nos hemos agrupado y hemos hecho ruido para que no nos confundieran con una perdiz (o, como ha comentado alguien, para que con un solo cartucho nos dieran a varios. En algunas zonas había mucho barro, que se pega a las ruedas formando unos incómodos donuts que lastran la bici e, incluso, hemos vadeado un arroyo. Por el Vicario hemos hecho un divertido tramo un poco trialero.
La vuelta por el camino paralelo a la carretera de Las Casas, como siempre, se ha hecho interminable. Se ve a lo lejos la torre del Seminario y no se llega nunca!!!.
Al final, un manguerazo para quitarle el barro a la bici en la gasolinera y la cañita de rigor. Una gozada.
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