El ayuntamiento de Navalpino organizaba una ruta, y un grupo del séptimo nos plantamos allí para colaborar participando. Salimos del pueblo subiendo por un bonito camino por el que bajaba una señora del pueblo. Subida por la carretera hasta lo alto de un puerto, una vista espectacular.
Tras una bajada de infarto y peligrosilla (gravilla suelta y mojada), una subida larga larga. jaras, encinas, pinos, una campo de olivos... el campo tras las lluvias del sábado estaba genial. Una vertiginosa bajada nos llevó hasta un bonito prado con un manantial donde las señoras del pueblo se encargaron de un nutritivo avituallamiento a base de fruta y unas cocas que estaban de vicio.
Tras la coca, el subidón, una larga cuesta a ritmo, y luego bajada hacia el pueblo, incluido un tramo muy técnico con piedra suelta de esos de los que bajas con un uy uy uy uy... (las manchas de colores por el camino son ciclistas bajando).
La bajada, tras cruzarnos con unas vacas y un toro con unos güevos enormes que nos miraba receloso, bajamos hasta el río, al pié de una presa que hace casi tres años visitamos una primavera. Desde allí, subida larga por la carretera, y al pueblo.
Ducha en la piscina, y luego la comida: migas, caldereta, hígado, dulces, cafés... No sé cuantas calorías quemamos en la ruta, pero seguro que las recuperamos con creces en la comida.
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