Además de la bici por la vía verde del aceite, pasamos un divertido día en Córdoba. Desde que fui de pequeño con mis padres, siempre me ha parecido una ciudad fascinante, ahí al lado, tan lejos...
Lo primero que hicimos fue desayunar unas tostadas con jamón, ricas ricas, ricas. Y después, a ver la mezquita, un lujo ya que nos la enseñó un profesor cordobés. Aunque debía ser mi quinta visita, la mezquita siempre te enseña un detalle nuevo, algo diferente.
Tras la mezquita, nos dimos un paseo por el centro, con la famosa calle de los geranios orientada con el campanario de la mezquita, que ahora en navidades, ve como las flores de pascua sustituyen a los geranios.
El centro de Córdoba está lleno de rincones con encanto, de pequeños callejones y de viejos edificios modernizados lo justo para hacerlos habitables, pero que no pierden nada de su encanto. Para ejemplo, el curioso sistema de timbres:
O una ventana, decorada a gusto del dueño, no puedo dar más datos, no los tengo.
De camino al restaurante familiar donde comimos, visitamos un bonito patio cordobés, uno de los elementos más singulares de la ciudad, sus patios de origen árabe.
Por la tarde, paseo por el puente romano (que ha sido desnudado en su última restauración, un poco agresiva).
El puente, con un nuevo pretil un poco nuevo de más, ha sido protegido de las putas palomas mediante un sistema de cables para darles calambres. Gracias a eso, las ratas del aire no anidan en el puente.
Tras pasear por el parque inundable, volvimos por un puente nuevo, con una extraña e inútil pila con altos tajamares, en mi opinión no muy acertados, y que la gente usa para tirar piedras.
Por la tarde pasamos por la plaza de la Corredera, muy transformada y "turistizada", donde unos curiosos montajes fotográficos me sirven para ilustrar la deformación de barrilete de las pobres ópticas de la cámaras digitales.
También por allí había una obra con una curioso tapia pintada a pachas por los pintores oficiales y los espontáneos, que dejan esta interesante combinación (haz click para verla grande).
También visitamos muchs iglesias que no conocía, y un curioso bar de ls hermandades de Semana Santa. Bonita vuelta a Córdoba, gracias a nuestros anfitriones. Espero repetir muchas veces...
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