Aprovechando el puente de esta constitución imperfecta (también podría ser de la Inmaculada, pero a mí me van más las constituciones imperfectas que las vírgenes inmaculadas), nos fuimos a pasar unos días entre los olivos en la provincias de Jaén. Aunque hicimos muchas cosas, me centro, de momento, en la vía verde del aceite.
Hicimos el tramo Martos - Río Guadajoz (y vuelta), que es donde termina la vía verde, que no el trazado ferroviario, que es rebautizado a su paso por la provincia de Córdoba (cosas del marketing).
Tras dejar los coches en Martos, comprobamos que penoso estado de la estación de la esta localidad, que parece increíble que con tanto despilfarro del plan LEÑE no se les haya ocurrido rehabilitar.
Como la vía pica para abajo, salimos con buen ritmo, cruzándonos con bastantes ciclistas de todo pelaje: alforjeros, domingueros, machacas del Mtb, etc... La vía verde está super bien conservada (en comparación con lo que se estila por ahí), y además asfaltada, con lo que el ritmo era alegre.
Los cruces con las carreteras están resueltos con pasos inferiores (marcos de hormigón) o ligeras pasarelas metálicas.
Pronto dimos con el primero de los impresionantes viaductos metálicos roblonados del recorrido (el del arroyo salado), apoyados en pilas de celosía metálica también. El espacio ocupado por los carriles ha sido sustituido por una incómoda sucesión de traviesas, por lo que lo más cómodo es circular sobre las aceras hormigonadas.
Desde el viaducto observamos el viejo puente medieval, dos soluciones bastante diferentes al mismo problema.
Aunque gran parte de patrimonio ferroviario está pendiente de recuperación, algunos almacenes y casillas han sido rehabilitados para las labores de mantenimiento.
Así sucede con una de las curiosas casillas de guadabarreras, reconvertida en almacén con las ventanas cegadas.
Ayudados por la pendiente, llegamos a la estación de Alcahudete, donde hay un complejo de ocio, y parece que había un bar en la estación pero anda cerrado. Allí nos dividimos, y la mayoría continuamos unos pocos kilómetros más para ver el impresionante viaducto sobre el río Guadajoz.
Volvimos sobre nuestros pasos hasta la estación de Alcahudete. 5 km de subidita por carretera nos llevaron al pueblo. En la plaza nos zampamos unos sublimes bocatas comprados en un bar, acompañados por botellines para rehidratar. Qué lujo, un bocata y unos botellines en la calle (esto en Ciudad Real no se puede hacer, por obra de algún iluminado). Bueno, disfrutamos del solecito en la plaza, un café y unos dulces por allí también, y comenzamos la vuelta.
Toda la alegría de la vuelta se tornó en cansinez, ahora tocaba remontar, y no debíamos hacerlo demasiado lento porque los días son muy cortos. Con el sol cada vez más bajo llegamos a Martos, con 75 kilómetros en las piernas y habiendo disfrutado de esta estupenda vía verde. Muy recomendable.
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