lunes, octubre 15, 2012

Chicago


La visita a Chicago fue rápida pero intensa. Sin entretenernos en buscar las trazas de la mafia, ni a Capone, e ignorando las casas de Wright, las pocas horas que tuvimos libros las dedicamos a patearnos el centro, lo que llaman el Loop, por el bucle que el metro elevado hace alrededor del centro de la ciudad.


El  metro elevado es ruidoso, intrusivo, y probablemente molesto para las oficinas (aquí no vive nadie) situadas a su paso, pero no deja de ser singular y casi un símbolo de la ciudad .


En todo caso, bajo sus viaductos la vida discurre tal cual, como si estuvieran tan acostumbrados que vieran normal tener sobre la cabeza un entramado de vigas que de vez en cuando, atronan al paso de un tren.

Me llamó la atención la gran cantidad de bicicletas para tratarse de una ciudad americana. Fixies, mucha bici de montaña, e incluso esta con este curioso sistema para aumentar la capacidad de carga (debe ser de un artista).

Chicago es la cuna de los rascacielos, aquí se inventaron.  Hay cientos, de todo tipo, unos feos, otros horribles, otros interesantes, pocos verdaderamente bonitos, aunque he de decir que no me atraen especialmente.


Por ejemplo, el de la foto de arriba es circular y deja en el centro este espacio donde se concentran restaurantes de comida rápida, donde por cierto, hubo que tomarse una pizza gorda típica de Chicago y unos Doritos de rigor.

De todos los rascacielos, los del complejo Marirna son curiosos, parecen una mazorca de maiz, pero tienen unas cuantas plantas dedicadas al aparcamiento (debe ser espectacular subir el coche hasta el piso 12.


Visitamos un parque nuevo entre en el espacio entre la ciudad el lago Michigan, donde hay un espectacular auditorio al aire libre diseñado por Frank Gery.


También hay una judía metálica que hace miles de reflejos imposibles y que se convierte en un insaciable sumidero de fotografías: menos mal que con la era digital la imagen ya no cuesta nada.


Gente de todo tipo se fotografía en las psiciones más inverosímiles, buscando ser más originales que los demás. Difícil.


Desde el centro de la judía, la imagen al mirar para arriba es verdaderamente sorprendente...


...obviamente, tengo la foto, pero te lo dejo para cuando vayas a Chicago.

El parque tiene unas curiosas fuentes con adoquines de vidrio (me suenan al monumento de las victimas de Atocha), con vídeos casi estáticos y una fuente que se puede pisar.
La ciudad, tras el parque, se abre a un puerto deportivo al lago Michigan, que será un lago, pero parece el mar, aunque como tiene drenaje, no está salado.

Terminamos la visita desde lo alto de la Torre Sears (en su día el edificio más alto del mundo), más de 100 pisos sobre la calle en la foto. Los pequeños edificios que se ven abajo, son rascacielos.


El aeropuerto de Midway fue nuestra ultima etapa, donde un caza bombardero americano recuerda la batalla homónima que cambió el curso de la guerra del Pacífico (eso dicen).

2 comentarios:

Nautijorge dijo...

Mal sabían Adler & Sullivan la que iban a montar con sus "semillas" de rascacielos, auténticas trampas para conejos. No me meto en uno ni loco.
Un abrazo, amigo viajero.

caius dijo...

Ya te digo, me subía a la Sears y no dejaba de otear el horizonte en busca de aviones. Una cosa es subir un ratito, pero trabajar allí arriba ni loco. En todo caso, los edificios de Sullivan ahora parecen minuaturas. Estan locos estos americanos.