miércoles, noviembre 14, 2012

Canal de Castilla (II): Frómista - Palencia



Tras un buen desayuno, nos pusimos en marcha en Frómista para una etapa algo más corta que nos llevaría a Palencia. Nada más retomar el canal, nos reciben las impresionantes esclusas de Frómista. Se trata de un conjunto de cuatro esclusas encadenadas, como muy bien muestran los carteles indicadores.


Enseguida cruzamos bajo un curioso puente oblicuo del ferrocarril con una disposición de los sillares de la bóveda que no había visto nunca (cierto es que son raros los puentes oblicuos de fábrica).

Desgraciadamente, los ingenieros de carreteras que hicieron el puente de la N-611 no fueron tan respetuosos con el canal, y la viga, también oblicua, destroza una de las esclusas. La carretera pasaba por allí para aprovechar el puente de la esclusa, y luego, cuando dejó de serle útil, acabó con él. Solo los más fuertes sobreviven.


Poco más adelante, pasamos por otro acueducto para salvar un arroyo, más pequeño que el de abánades del día anterior, pero no por ello menos impresionante.

Llegamos a calahorra de Campos, el punto donde el canal se junta con el río Carrión. Allí hay un monumento del tiempo de Carlos IV que conmemora la fecha en la que las aguas de canal (Pisuerga) y Carrión entraron en contacto.


También hay otro interesante conjunto de esclusas,


y una antigua central eléctrica abandonada, y de peligrosa visita.


De nuevo por el camino de Sirga, a la caza de esclusas, y puentes exentos, allí donde se cruza el canal sin coincidir con una esclusa, como sucede en el puente de Valdemundo, construido por Lemaur, famoso por haber hecho el paso de Despeñaperros.

Poco más adelante llegamos a el Serón, punto donde el ramal de campos se separa del nuestro que nos acabará llevando a Valladolid. Allí, de nuevo una esclusa y una fábrica de harinas.


Poco antes de Palencia paramos a comer en Grijota, donde conocimos a un catedrático y a un doble de Cachuli. Nos echamos unas risas con ellos, nos apretamos unas espectaculares hamburguesas, y a seguir camino hasta Palencia, pasando por la enésima fábrica de harina.


El canal tiene un bonito ramal que llega hasta la dársena de Palencia donde se ha habilitado el museo del agua (estaba cerrado). Dimos una vuelta en Palencia con las bicis, y nos subimos hasta un otero en el que hay una rara figura de Cristo. La subidita chula, y las vistas de la ciudad mejores.

Dejamos las bicis, y tras una duchita, nos fuimos de cañeo y tapeo por el agradable casco de Palencia, una ciudad bastante más interesante de lo que uno pensaría a priori.

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