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La verdad es que además de haber oído hablar bastante de la película, el hecho de que haya ilustrado los manteles donde como en Barcelona (unos manteles de papel con publicidad en muchas ocasiones de películas) hizo que me apeteciera más ir a verla. Frases entrecomilladas de los manteles, como “deberíais ir a China, me han dicho que regalan los bebés como si fueran Ipods gratuitos”, me retrotraían a los menús de 6,27 € de la Uni en Barcelona.
La peli está bastante bien, un cuento positivo y optimista (con un mensaje subliminal antiabortista), que deja buen sabor de boca, sin ser nada del otro mundo; es el tipo de cine que apetece ver con gente (a la salida no hay que ponerse trascendental ni sacar a pasear a ese pedante que llevamos dentro). Lo mejor, además de la interpretación de la protagonista de rasgos muy irlandeses que inevitablemente me recordaron un pasado muy lejano, la música muy acústica, cuyas letras, hasta donde llegué, decían bastante y de nuevo, no se entiende como no las subtitulan.
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