Vuelta a Barcelona después de unos días en la tierruca para ver a viejos y nuevos amigos, asistir algún acto del trabajo, recuperar los paseos en bici por la Mancha, etc… Aprovecho el viaje en el AVE (un Velaro de Alstom) para escribir parte de las cosas que he hecho esta semana (esto de estar trasteando con el portátil le da a uno un toque de pijo futurista muy peculiar).
Tras aprender nuevas expresiones como “pisar el cable”, en mi autowikipedia algo así como “que te pique el pollo” cuando sales de copas, cumpleaños de la amiga Kla en Good Stone, para recuperar ese ritual de bienvenida de la primavera que todos los años nos reunía en ese lugar. Allí, una visión: ya no somos los que éramos, lo que hace las ausencias mucho más soportables. Nada queda de ese grupo despreocupado que se hacía fotos tipo Jarcha a la orilla del río, que tenía en el botellín Mahou la referencia obligada en todo momento, y que se reía de sí mismo sin parar. Ahora somos otros, son otros los que ríen: Niños que vienen a tomarnos el relevo, al menos a algunos, y que se convierten en los nuevos protagonistas de la vida, conversaciones, atenciones... Celos, para nada, simplemente constato las nuevas situaciones.
En todo caso, muy agradable reunión, que a mi me sirvió para superar un poquito más el pasado y descubrir que hay un escritor, muy bueno según parece, que se llama Prosineski (es una larga historia…)
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