domingo, noviembre 07, 2010

Vía verde del Tajuña

El pasado puente de todos los Santos nos fuimos a hacer las vías verdes del Tajuña y del tren de los 40 días, ambas en la comunidad de Madrid.

Como al llegar el día estaba lluvioso, elegimos ir en coche hasta nuestro alojamiento, una casa rural (la casa del encargado) en el complejo del balneario de aguas de Carabaña, con un sabroso gusto decimonónico. Ello hizo que dejáramos sin hacer el tramo de la vía verde entre Arganda y Carabaña pero, como contrapresatación, el coche nos vino muy bien para salir del balneario, escondido en la ladera del valle del Tajuña.

El antiguo balneario tenía una curiosa estación del ferrocarril, hoy rehabilitada, pero que no pudimos ver. No hace falta decir que tren ya no hay, si no, no habría vía verde.

Además del balneario y la estación, sobre el Tajuña había una central hidroeléctrica convertida en restaurante.

El primer día hicimos entre nubes el recorrido hasta Ambite, tras pegarnos una buena comilona en Carabaña. La vía verde es cómoda, aunque curiosamente, en muchos kilómetros no aprovechar la plataforma ferroviaria, sino que discurre en paralelo, a pocos metros.

En Ambite, un interesante puente sobre el Tajuña, probablemente del XVIII, con los tajamares característicos de la época, haciendo esos curiosos sombreritos.

En Ambite se puso a llover y toda la vuelta la hicimos bajo el agua, con lo que llegamos bastante mojados a la casa. Una ducha calentita nos puso en orden.

Al día siguiente, hicimos la vía verde del ferrocarril de los 40 días que llega hasta Estremera. Parece que se llama así porque solo se utilizó durante 40 días, ya que fue construido con el objetivo de asegurar el aprovisionamiento de Madrid durante la Guerra Civil.

Nada más salir pasamos por una impresionante trinchera vertical excavada en la caliza. Poco más adelante se pasaba bajo un curioso puente oblicuo de hormigón.

Siendo el día que era, hicimos una visita al cementerio de Estremera que estaba bastante lleno de gente.

El cementerio tiene una curiosa capilla excavada en el roca de estilo Herreriano.

Al la vuelta, pasamos junto a una curiosa carretera local flaqueada por árboles que no me resistí a retratar.

Tras la ruta, nos hicimos un divertido y relajante circuito termal en el balneario. Un experiencia estupenda rematada con una cena en Perales de Tajuña con una buena amiga.

El último día vistamos una fábrica de harina perfectamente restaurada. Muy curiosa. Y tras dejar a un compañero en el Arganda (en el metro), tomamos camino de vuelta tranquilo, pasando por Aranjuez, que hacía tiempo que no visitábamos.

Un buen fin de semana que, una vez más, vino a demostrar que hay que vencer la pereza y las predicciones meteorológicas.

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