Hace unos meses estuvimos, por motivos de trabajo, en la zona de Despeñaperros, en día lluvioso y gris de grandes descubrimientos. A la vuelta, en la calzada de autovía que corre junto al río poco más abajo que el ferrocarril, un compañero y amigo, o mejor, amigo y compañero tomó esta foto. Queríamos sacar el muro del ferrocarril y el muro salió, pero me parece alucinante la sensación de movimiento, lo nítido de toda la imagen pese a no haber nada estático excepto el fondo, y lo misterioso de la luz de aquel día.
Aquí queda para propios y extraños.
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