martes, abril 01, 2008

Una de centros comerciales

Una vez más, el genial Forges ponía el dedo en la llaga con su viñeta del otro día. Los centros comerciales nos invaden, emulando el modelo americano y en menor medida, francés. Un comercio orientado al automóvil, periférico, hipertrofiado, que genera unos nuevos centros de actividad castigando al centro de las ciudades, donde se encuentra el comercio "tradicional".

No estoy en contra de los centros comerciales, son un mal necesario, y si son un polo peatonal, como sucede con el Maremágnum como contaba el otro día, pues mejor. Eso si, por Dios, que alguien les revise los decoradores. Porque la gente no se fija (ese debe ser un problema mío, que me fijo demasiado), pero vamos, esta decoración tipo panteón o tanatorio tan habitual en algunos centros comerciales debería servir para que las personas con "buen" gusto, se negaran a comprar en semejante lugar esperpéntico.


Este es el centro de Gran Vía en Barcelona, que la tenía pendiente de publicar, pero hay muchos más así. No sé si dentro de las urnas están las cenizas de los obreros que palmaron haciendo la obra, o del caniche del promotor. El obelisco es la referencia cultural directa a la era del decorador, cerca de la prehistoria. ¡Dios mío, cómo se puede ser tan hortera y ostentoso!

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