El Carrilet Girona - Olot, o como hacer 110 km

Aprovechando que tenía tiempo extra en Barcelona, y que las lluvias dejaban un descanso, me cogí la el coche y me fui a Girona para hacer la vía verde del Carrilet de Olot. 60 Km de Girona a Olot de subida, y otros tantos de bajada.

La opción de subir y bajar era una burrada, porque salían 110 km saliendo del kilómetro 5 como hice, pero bueno, con un poco de caña a la ida, había que esperar que la vuelta se hiciera llevadera ayudado por la fuerza de la gravedad. Cerca de donde dejé el coche, alguien había puesto una señal de carril bici con una bici de tamaño real pintada de blanco.

El carrilet tiene unos primeros kilómetros llanos, paralelos a la carretera, poco interesantes. A partir del kilómetro 20 mejora la cosa, puesto que el ferrocarril se adentra en un bosque denso, que atraviesa mediante grandes trincheras y algunos viaductos. Podéis echarle un ojo al itinerario detallado del la web de Fundación de los Ferrocarril Españoles.

El carrilet sigue el trazado del ferrocarril excepto en algunos puntos, donde la confluencia con la carretera ha eliminado el trazado del ferrocarril, con lo que hay que atravesar algunos tramos de fuertes pendientes, aunque hay una alternativa por el arcén de la carretera. Parece que por este trozo se pasa por un antiguo camino real, aunque no vi nada que lo pudiera atestiguar.

La vía verde va subiendo con pendiente moderada pero incansable, de modo que, sin ser duro, no se puede descansar ni un segundo: en cuanto dejas de dar pedales, te vas para abajo. Al final, llegando casi a Olot, a las Presas, te sacan por el antiguo puerto de la carretera, posiblemente para evitar el paso por un túnel, que parece que ahora usa la carretera. Eso hace que se tenga que hacer una pequeña subidita un poco más dura que por el ferrocarril, pero como contrapartida te puedes encontrar con una vieja casilla de peones camineros.

Al final, tras 55 km y superar un par de momentos de pensar "me vuelvo, que todo lo que avance lo tengo de desandar", llegas a Olot, que te recibe con un plano para que no te pierdas.

Olot es muy bonito, con algún edificio modernista interesante, y mucha tranquilidad, tanto que la policía local no tiene nada mejor que hacer que da la paliza a un ciclista que hace fotos en la plaza (donde comí hace cuatro años, también en tiempos de una Eurocopa, cuando visitamos esta zona, y los volcanes de la Garrotxa).

La iglesia tampoco esta mal.

Como llegué a las cuatro de la tarde más o menos, había poca gente. Iba a tomarme algo en la plaza, pero el poli me cortó el punto, así que decidí gastar mi dinero en otro de los pueblos del camino, San Feliu de Pallerols, muy bonito, con una plaza donde había otros cicloturistas, y ningún policía municipal.

La vuelta muchos más cómoda, que listos los ingenieros del ferrocarril, que conseguían con sus trazados pendientes tan uniformes. 25 km prácticamente sin dar pedales, cruzándome con pocos en la zona del bosque, y con bastante gente en los pueblos, cuyos habitantes usan la vía verde para pasear. Muchas de las estaciones están rehabilitadas y son hoy escuelas de arte, oficinas de turismo, o incluso guarderías.

Al final, llegué al coche, con las piernas bien, pero las manos cansadas de sujetar el manillar. Y el culo, relativamente bien para el jartón de horas de bici que me metí para hacer los 110 km. Muy bonito, una lástima haberlo hecho solo, y no tener con quién compartir esta aventura. Gracias a ¿Dios?, que no partí la cadena, porque no llevaba troncha...