El sábado me saqué una espinita pendiente hace mucho: fuimos en bici a Santa Bola. Después de muchos años de disfrutar de este fantástico lugar y pensar desde el mirador de la finca: "habría que venir en bici", por fin se hizo realidad.
Tocaba cumpleaños de las jóvenes promesas, reencuentro con los amigos, con el campo, en este extraño noviembre veraniego. El capo Muñón se llevó mi coche, de modo que Kla y yo pudimos afrontar el reto de ir de Ciudad Real a Santa Bola (34 km según el Gps, nada que no estemos acostumbrados), disfrutar del día de campo, y regresar tranquilamente en el coche.
Decidimos ir por Alarcos a donde llegamos sin novedad. Desde allí, por la hermosa carretera que acompaña el Guadiana, nos encaminamos hacia el antiguo castillo de Herrera. Por el camino, paramos en Albalá para comprobar que, milagrosamente, algo de agua corre por el Guadiana que este verano estaba seco, seco.
Cerca del vado del Carneril las vacas se bañaban en el Guadiana. Aprovechamos para sacar algunas fotos y disfrutar del silencio lleno de sonidos de la naturaleza: pájaros de todo tipo, el viento en las pocas hojas que les quedaban a los fresnos, un abejorro... el silencio, todo un espectáculo que normalmente no disfrutamos.
Cansinamente subimos a la casa de Herrera, donde un mastín salió a recibirnos. ¡Menos mal que estaba atado!. Bajamos hasta el Guadiana de nuevo, ahora unido al Jabalón, y pasamos junto a la vieja presa del Martinete de los Pozuelos.
Poco más adelante, el puente de las ovejas, desde el que fotografiamos el Guadiana.
La gente de Tragsa está reperfilando la Cañada Real: no sé si por formar parte de la ruta del Quijote, pero no sé que ganan en convertir la vía pecuaria en una autopista para quads, no me parece muy lógico. Le quita gracia al camino para ir en bici de montaña.
Subimos por el camino abierto por las motoniveladoras, sudando porque nuestras ropas otoñales eran excesivas para un día casi veraniego. Todo lo que sube baja, así que una peligrosilla bajada de grava suelta nos llevó a hasta los Pozuelos.
Un par de dudas en el pueblo, pero al final salimos por la carretera de Cabezarados, para poco después tomar de nuevo la Cañada que trepa una pequeña serrezuela. Arriba entramos en Santa Bola y divisamos la casa en un entorno espectacular.
Bajamos disfrutando de las bicis, y abandonamos la Cañada Real Segoviana para subir hacia la casa.
Las voces de los niños nos llevaron hacia las naves de las ovejas, donde saludamos a los recién nacidos.
Conejo con patatas, botellines, excursión con la chiquillería, pesca en el patanillo grande.
Puesta de sol mientras bandadas de gansos camino al sur nos sobrevolaban. Un gran día, gracias.
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