La ruta de este domingo nos llevó a otro de esos lugares fantásticos, Sancho Rey. Como prometí seguir con la serie de posts dedicados a estos sitios especiales, hoy me he acordado de éste (haz click en la foto para verla grande, lo del fondo es Valverde y, entre medias, aunque no se ve, está el Guadiana).
Descubrí Sancho Rey en la primavera de 1995, cuando acababa de terminar la puta mili y, antes de ponerme a trabajar, disfruté de un par de meses de asueto y bici. Con la Grisley recién comprada, aprovechaba las mañanas para pasearme y explorar el territorio alrededor de la ciudad. Había oído hablar de las cigüeñas de Sancho Rey, así que, como los Mecano, allí me planté. Todavía recuerdo estar sentado en la ladera que sirve de mirador sobre el camino lleno de nidos sobre los árboles secos escuchando, por primera vez en mi vida de manera consciente, el crocoteo de cientos de cigüeñas.
Desde entonces, este lugar entró en mi lista de lugares fantásticos, y desde entonces he llevado allí a amigos, familiares y allí fui con mi novia, cuando era mi novia, a estrenar una bonita bici que le regalé.
El otro día pasamos deprisa, como siempre con los chicos y chicas del séptimo, pero yo me paré. Y pese a que hace un par de años un incendio devoró gran parte de los árboles, Sancho Rey sigue siendo uno de mis lugares fantásticos, más este año de primavera eterna
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