lunes, mayo 19, 2008

Viaje a Escocia V: Edimburgo

Segunda visita a la capital escocesa, casi diez años después. Allí estudió un máster mi compadre el irlandés, y allí pasé unos días de vagabundeo urbano. Esta vez, coincidiendo con el torneo de golf, poco tiempo para el turismo y las fotos.

La primera tarde una pequeña vuelta a la manzana para encontrar un recuerdo, la estatua de un pequeño perro famoso por haber esperado junto a la tumba de su amo durante años, y haber sido adoptado por los ciudadanos que le llevaban comida.


El castillo lo domina todo, el origen. Allí, al día siguiente que nos fuimos a dar un perqueño paseo en busca de recuerdos de mi amigo, un grupo de militares hacía una exhibición de gaita. La verdad es que más agradable que nuestras bandas de cornetas y tambores, aunque en cada sitio tienen sus cosas. Después una vuelta por la parte nueva de la ciudad, pasando sobre el ferrocarril.

Las calles muy grises, los edificios adosados, los crescents…

Edimburgo es una pequeña gran ciudad con mucha historia y que apenas tiene edificios modernos, y menos altos, fuera de escala. Es casi como si el movimiento moderno hubiera respetado la ciudad, dejando intacta su historia y explendor.

Dentro de las arquitecturas modernas destaca el parlamento escocés, obra de un arquitecto español, Miralles, aunque éste falleció durante la obra. Un interesante edificio, que además remata la ciudad, que se abre hacia el campo de una manera fascinante (siempre difícil el límite entre lo urbano y lo rural).

Ese día se corría una carrera popular de "10 km", lo que explica la falta de coches en las fotos, los conos en algunas de ellas, y la gente corriendo.

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